El filósofo
griego Aristóteles (384-322 a J.C), afirmó que el hombre es un animal político.
Efectivamente. Pero también el hombre es un animal religioso, siempre lo ha
sido y a pesar de su condición lo sigue siendo.
Todo hombre o
mujer tiene una necesidad de creer en algo y en alguien, independientemente de
que sea una persona religiosa o no. El creer o no creer es un acto
intrínsecamente humano, es una actitud que nace del interior de una persona, y
que no hace necesariamente referencia a creencias religiosas. Se puede creer en
personas, doctrinas, principios, sin que estos obligatoriamente sean
religiosos.
La fe
religiosa, es en Dios que se da a conocer total y plenamente en la persona de
Jesucristo. El con su vida, su persona, sus palabras, nos muestra, nos revela
cómo es Dios (un Dios de la vida, del perdón, de la misericordia, de la verdad,
de la justicia, de la paz, de la liberación y de la salvación).
A lo largo de
los siglos, la fe religiosa ha servido para que los seres humanos se encuentren
y se relacionen en forma positiva con los demás, consigo mismo, y con Dios.
También la ciencia y la fe, cada una en su nivel han jugado un papel importante
en la historia de la humanidad. La ciencia porque ayuda a conseguir una vida
más humana, más agradable, a vivir mejor. La fe porque ayuda a dar sentido a la
vida. Cuando la persona pierde su fe, comienza a deshumanizarse. También es
cierto, que los creyentes al no vivir coherentemente en lo que creen, han
llevado a la increencia y el ateísmo a muchas personas.
La finalidad
del área de educación religiosa en el plan de
estudios de Educación Secundaria, es la educación en la fe en Jesucristo,
camino, verdad y vida; para que los jóvenes den sentido a su vida y se
relacionen positivamente consigo mismo, positivamente con los demás,
positivamente con el medio ambiente y positivamente con Dios. Y cuando fallan
estas relaciones, se produce los desequilibrios que ponen en riesgo la
supervivencia y toda existencia. Los resultados los tenemos a la vista. Cuando uno se relaciona mal consigo mismo, pierde su paz interior, vive estresado,
ansioso, deprimido, se hunde en los peligros de las pasiones desenfrenadas y de
los impulsos incontrolables. La inteligencia académica no ofrece prácticamente
ninguna preparación para los trastornos y los peligros que acarrea la vida. Hay
personas tan inteligentes, con un coeficiente intelectual elevado haciendo
cosas irracionales, estúpidas. El hombre
en su relación con los demás, tiene dimensiones positivas, pero las
negativas son abrumadoras. Ya lo dijo Thomas Hobbes, filósofo inglés, siglo
XVII (“homo hominis lupus” = el hombre es un lobo para el hombre). El hombre
provoca, dirige, hace, tolera y permite la guerra. Mata, viola, roba, miente,
menosprecia a su hermano, excluye, es vanidoso, tortura, secuestra, practica el
exterminio aduciendo motivos de raza, religión, nacionalidad, etc. Por último, el hombre tampoco se relaciona
positivamente con la naturaleza, la está llevando a la destrucción. Todos,
pero no en la misma magnitud, destruimos nuestro hábitat, los pobres depredan y
destruyen el medio ambiente en su afán de sobrevivencia, y los poderosos
arrasan con la creación, debido a su espíritu sediento de codicia y acaparamiento.
O cambiamos o desaparecemos, no queda otro camino. Todos sabemos del peligro en
que se encuentra esta casa que nos alberga y que seguirá cobijando a nuestras
futuras generaciones.
La escuela, el colegio…, debe en síntesis, formar no sólo en el núcleo básico del
desarrollo cognitivo, sino también el núcleo básico de la personalidad del
estudiante, y es aquí donde entra a tallar el área de educación religiosa. Sin
embargo, no es considerada un área principal como si sucede con las áreas en
comunicación, matemática y otras. Con dos horas semanales por Grado es
imposible el logro de las tres capacidades, propuestas por el Diseño
Curricular. El Ministerio de Educación ha implementado con textos escolares
para todas las áreas, menos para Educación Religiosa. Los alumnos ningunean a
este curso, porque viven en familias y ambientes donde no se cultiva la fe, y
además saben que los contenidos de esta materia no entran para exámenes de
ingreso a la universidad. Los estudiantes carecen de biblias y si las tienen
son de pésima traducción; algunos docentes dicen despectivamente para esta
asignatura, “curso chico, curso de relleno”; los padres cuando sus hijos son
desaprobados, extrañados dicen: ¿qué, en religión desaprueban…? Finalmente
vivimos en un mundo secularizado donde la fe es relegada y a la ciencia y a la
técnica se le ha dado un valor absoluto, pasando así a ser las nuevas
divinidades. Se recuerda y sugiere a los padres de familia, que la educación
religiosa comienza en casa y desde los primeros años de vida. En el colegio muy
poco se puede hacer.
LÁZARO
JARA PAREDES
Profesores de Educación Religiosa de Celendín. |
Muy buen artículo, Padre Lázaro. Si pues, estamos olvidando lo que es ser persona y en lugar de eso, como dice Cantinflas en una de sus películas, hacemos lo contrario a lo que Jesús dijo. Ya no nos amamos unos a los otros, sino nos matamos unos a los otros, y lo vamos haciendo de distintas maneras desde los más pequeño- la indiferencia- hasta matar al otro. Como profesores del Área de educación religiosa, también nos hace falta tomar conciencia de la gran misión que tenemos y sobre todo nos hace falta vivir coherentemente nuestra fe y hacerla vida.
ResponderEliminarEstimado Lázaro, buen artículo.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Valerio