sábado, 28 de marzo de 2015

SEMANA SANTA EN CELENDÍN 2015


“IGLESIA EN SALIDA

AL ENCUENTRO CON

EL HERMANO EN LA VIDA.”
 

LA SEMANA SANTA Y LA IGLESIA EN SALIDA

A lo largo del año, como hacen todos los pueblos, familias y personas en general, el Pueblo de Dios, la familia de la Iglesia, también celebra sus fiestas. Cada semana lo hace el día domingo; cada mes va recordando acontecimientos de la vida de Jesús, María y tantas personas que pasaron por el mundo haciendo el bien y que la propia Iglesia califica como santos; y cada año celebra la fiesta de las fiestas, la Pascua, en una semana que llamamos Santa.

Para esa gran fiesta nos preparamos durante cuarenta días, tiempo que conocemos como cuaresma y alargamos luego la celebración durante los cincuenta días de la Pascua. En total son unos 100 días, casi la tercera parte del año, en los que nuestra mirada se centra en Cristo muerto y resucitado, centro de nuestra fe y, por tanto, de nuestra vida.

Efectivamente la fe en Jesús da una orientación concreta a nuestra existencia. La fe nos lleva a poner en él nuestra confianza, a optar por hacer nuestro su estilo de vida, desde el convencimiento de que eso es lo mejor para nosotros y nuestro mundo.

Al entrar en contacto con él a través de los evangelios se llega a la conclusión de que toda su vida estuvo marcada por el amor. Era el motor de su actuación, su opción fundamental. Amar a Dios y al prójimo era para él lo más importante. Eso le llevaba a adoptar una actitud de cercanía, compasión, misericordia, preocupación prioritaria por los más débiles. Vivió dando vida, vivió sirviendo, vivió poniendo al otro por encima de sí mismo. Fue el grano de trigo que se entierra para hacer que nazca la espiga. Creemos que vivir así merece la pena, que no hay mejor manera de vivir, que queremos hacer presente la resurrección en el día a día, valorando la dignidad humana, tratando de mejorar las condiciones de vida de todo ciudadano.

En Jesús descubrimos el sentido de nuestro vivir, la fuente de nuestra alegría. Ahora bien, la alegría tiende a ser compartida. Si no la vivimos con los demás es una alegría a medias, una alegría que se ahoga. Las grandes experiencias las comunicamos a los demás. Por eso nos sentimos impulsados a ser creyentes que contagian a otros la felicidad que encontramos en Jesús, a ser Iglesia en salida, una Iglesia que quiere hacer de cualquier lugar templo, lugar de encuentro con Dios y los hermanos, una Iglesia que desea, como su Señor, ser samaritana, sensible, compasiva, con entrañas de misericordia, acompañando a la gente en su caminar, especialmente cuando éste está marcado por el sufrimiento.
La Pascua es una invitación a pasar a una vida nueva, a abrirnos a nuevos horizontes, a renovar nuestro compromiso social, a desapegarnos de nosotros mismos y vivir poniendo al hermano en el centro de nuestra mirada y nuestro corazón. El secreto es salir, ponernos en camino hacia el hermano necesitado, donde nos encontramos también con Dios, que está allí antes de que nosotros lleguemos. Francisco, el Papa de la misericordia, nos invita continuamente a este ejercicio: “Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del evangelio” (EG 20). “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro” (EG 49). Acogiendo esta invitación nuestra diócesis de Cajamarca ha adoptado para este año este lema: “Iglesia en salida al encuentro con el hermano en la vida”. Con esto nos ponemos en sintonía con Jesús y, como él, queremos colocar al hermano en el centro de nuestro interés.
 
 
HORARIOS PARA CELEBRACIÓN DE SEMANA SANTA  EN CELENDÍN
DOMINGO DE RAMOS
10 am.- PROCESIÓN DE RAMOS Y EUCARISTÍA
(Procesión sale del Rosario hasta el Templo de la Inmaculada, donde se celebrará la Misa).
7,30 pm.- EUCARISTÍA
JUEVES SANTO
4 pm.- CELEBRACIÓN DE LA ÚLTIMA CENA DE EL SEÑOR.
7 pm.- HORA SANTA Y ADORACIÓN EUCARÍSTICA POR BARRIOS
 
VIERNES SANTO
3 pm.- CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DE EL SEÑOR
7,30 pm.- VIA CRUCIS-SANTO ENTIERRO
 
DOMINGO DE RESURRECCIÓN 
10 pm (Sábado).- CELEBRACIÓN DE LA VIGILIA PASCUAL
          (Es la celebración más importante del año. Traer vela)
11 am.- EUCARISTÍA (Templo de la Inmaculada)
7,30 pm.- EUCARISTÍA.
 
HORARIOS PARA LA ADORACIÓN ANTE EL MONUMENTO. JUEVES SANTO.
©      De 7pm a 8pm.-  Hora Santa para todos.
©      De 8pm a 9pm.-  Santa Rosa, Pallac, Malcat, Molinopampa, Pilco, Pumarume, Bello Horizonte y El Mirador.
©      De 9pm a 10pm.- El Porvenir, El Edén, Guayao, Sevilla, Pueblo Nuevo, Bellavista, Chacapampa, Poyunte, El Milagro.
©      De 10pm a 11pm.- El Carmen, San Isidro, Los Jardines. La Alameda y La Breña.
©      De 11pm a 12.pm- San Cayetano, El Rosario, El Cumbe y Central.
©      A las  12 se cierra el templo.
"PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN "
 






 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 21 de marzo de 2015

VOLANDO ALTO


Era domingo. 15 de Marzo. Me había tocado presidir la misa de las 7 de la mañana y también me esperaba la de 11. En principio era un domingo cualquiera. Poco después de terminar de desayunar, Franklin, secretario de la parroquia, me dice que una señora solicita ir a dar la unción de enfermos a un niño. “¿A un niño?” pregunté extrañado. “Sí, eso dice” fue la respuesta indeseada. Al salir me encuentro con una señora, Inés, que me dice que es para su nietito. Por el camino hacia la casa me manifiesta que el niño tiene 9 años y lleva unos días en Celendín, a donde ha regresado desde Lima desahuciado por los médicos tras cuatro años padeciendo leucemia.

Caigo en la cuenta de que, si no me falla la memoria, es el primer niño al que le voy a administrar la unción de enfermos. Al entrar en la habitación me encuentro a la madre y otros familiares rodeando a un niño que tenía los ojos fuertemente enrojecidos de sangre y la boca ennegrecida de sangre coagulada. No había que ser muy experto para tomar conciencia de su extrema gravedad. Oramos, le administramos la unción y quedé en volver. Lo hice el martes. El cuadro era más trágico. Echada sobre la cama estaba Milagritos, con la cabeza apoyada en una almohada contra la pared. Sobre su cuerpo tenía abrazado a André, su hijo, que estaba muy inquieto, sin parar de moverse ni un instante. En el ambiente se palpaba el dolor contenido y el deseo de que el final, que se preveía inminente, llegase cuanto antes. El silencio sólo era roto por los estertores del niño y las palabras de ánimo que su mamá le susurraba, esforzándose por lograr algún pequeño intercambio de palabras con él. Al cabo de media hora me pidieron que orásemos, en común claro, porque particularmente creo que todos lo estábamos haciendo. Leímos el texto evangélico donde Jesús acoge y bendice a los niños y pusimos en común que hay realidades que nos sobrepasan y que nos cuestan entender. Completamos con unas peticiones y el Padrenuestro. De nuevo el silencio y la angustia.

Unos minutos más y la mamá se acerca de nuevo a la cama, y arrodillada, con su pelo rapadito para solidarizarse incluso en su porte externo con su hijo, cogiendo con su mano la de éste y con la otra abrazándolo, empieza a dar rienda suelta a su corazón de madre, angustiado por la intensidad de lo que está viviendo, pero con deseos de transmitir ánimo al hilito de vida del que pendía su hijito. No necesité ninguna grabadora para fijar sus palabras. Estas y los gestos que las acompañaban se iban grabando a fuego en el corazón de los presentes. Dudo que el paso del tiempo consiga borrarlas. Pongan música de ternura de madre y muchas dosis de cariño. Lean despacio y dejen aflorar sus sentimientos.
 

                        “André, estáte ya tranquilo. Te amo.

                        Eres un guerrero, un luchador,

                        pero no luches ya más. Descansa.

                        Abandona ya este cuerpo.

                       

Tú has vencido a la enfermedad,

sí, le has ganado al cáncer, André.

 

Hay cosas que no entendemos,

nos ha dicho el padrecito;

pero no le voy a preguntar a Dios por qué,

ni voy a renegar de Él. Tú tampoco, hijito.

Mi fe se va a hacer ahora más fuerte.

 

Diosito te lleva porque te quiere,

tú eres su tesoro y por eso te lleva.

Vas a ser su angelito,

vete ya con Él, no te resistas.

No tengas miedo, hijito.

Vas al cielo, es bonito.

 

Pero no te vas a ir así no más. No.

Tienes que cuidar de mí.

Vamos a estar juntos siempre, toda la eternidad.

Siempre te vamos a tener presente.

 

Pídele a Diosito por tus amiguitos del hospital de Lima,

por todos los niños que tienen cáncer.

Perdónanos, André.

 

Diosito, que deje de sufrir,

llévatelo ya”.

Media hora después el deseo se hizo realidad y André se fue.

Su entierro ha sido el viernes 20, con su hermanita Kriss Jhoselyn, de 5 años, presidiendo la procesión de flores     y su joven madre poniéndose hasta última hora bajo el féretro de su hijo, sosteniéndolo como lo ha hecho durante estos cuatro años en su incurable enfermedad.



En la homilía hemos hecho públicas algunas de las palabras de la madre anteriormente expresadas. Y desde ellas hemos reflexionado sobre nuestra condición de seres caducos, sometidos a riesgos, entre ellos la enfermedad, que siempre provoca dolor y éste, a veces, se pasa de decibelios y se presenta de modo cruel, inhumano. Pero no hay que resignarse, sino aprender a vivir con él, asumiéndolo y enfrentándolo. También Jesús sufrió y murió, pero la resurrección marca el triunfo definitivo. La muerte no es el final del camino. Gana batallas, pero la guerra la gana la vida.

No sólo hay que afrontar el sufrimiento, sino también saber acompañar al que sufre, para que no tenga que enfrentar además la soledad, sino que experimente el cuidado de los profesionales de la salud y el cariño de los suyos. ¡Qué hermosos ejemplos se ven en los hospitales de gentes que están junto a sus seres queridos soportando en silencio su dolor, ocultando sus lágrimas y animándoles para avivar su esperanza! Esperanza que es fruto de la fe en el Dios de la vida y la resurrección, en el Dios que desea un cielo nuevo y una tierra nueva, donde brille la alegría y no haya espacio para el llanto, el luto y el dolor. Este sueño ya está en marcha; por eso, como dice Francisco, el Papa: “¡No nos dejemos robar la esperanza!”. Que nada ni nadie nos prive de ella.

En el cementerio, en su último adiós, Milagritos, manteniendo una entereza envidiable, ha dado gracias a personas, familias y al pueblo en general. Y ha terminado revelando que André siempre quiso ser aviador para irse a la guerra, pero ha pasado a ser un ángel de Dios. Estoy convencido de que, con la fuerza recibida de su madre, será un ángel de altos vuelos.


                                                                                                Antonio Sáenz Blanco