Los sacerdotes y religiosas de la
diócesis de Cajamarca, junto con nuestro Obispo, hemos tenido el jueves 21 de
Noviembre una jornada sobre desarrollo sostenible. Por la mañana tuvimos una
reflexión teológica sobre el tema y por la tarde un panel en el que
intervinieron un ambientalista, un eclesiástico, un líder social de San Marcos
y el alcalde de Huasmín. No se presentaron, aunque estaban invitados con mucha
antelación, los representantes tanto de Yanacocha como de Chadín 2. Su ausencia
es estos eventos es reiterada, aunque luego hablan de diálogo. Simpáticos
ellos.
Estos son algunos puntos de la
reflexión que se tuvo:
¿Tiene algo que ver fe y ecología? Por supuesto.
Todo lo que tenga que ver con la persona es asunto de la fe, pues sólo en
relación con el mundo podemos vivir nuestra fe. Desde ella miramos la realidad
y nos encontramos con una situación de crisis medioambiental.
Es la ecología un tema complejo y
conflictivo; produce choque de intereses. Lo que es evidente es que éste es un
tema que va cobrando actualidad.
El deterioro del medio ambiente como
consecuencia de la acción humana ha adquirido una importancia decisiva para el
futuro de nuestro planeta y para las condiciones de vida, tanto nuestras como
de las generaciones venideras. Crece la conciencia de que nuestra vida está
ligada a la del entorno: interdependencia con los demás y el mundo. Por lo que
o nos preocupamos del ambiente por conciencia o por supervivencia.
Muchos de los grandes problemas
ambientales son producto de lo que llamamos desarrollo. Éste es una aspiración
legítima. En el Antiguo Testamento vemos que Dios acompaña a su pueblo en la
búsqueda de mejores condiciones de vida. Los deseos de Dios son de prosperidad
para todos. Jesús también se preocupó de mejorar las condiciones de vida de la
gente. Desde nuestra fe en el Dios de la vida decimos que desarrollo sí, pero
no a cualquier precio. El desarrollo humano tiene que ver con la totalidad de
la persona y de todas las personas. El desarrollo sostenible es el que permite
una mejora de las condiciones de vida presente sin poner en riesgo los recursos
de las generaciones futuras. Para que exista el desarrollo sostenible se
necesitan tres elementos fundamentales: una sociedad, un medio ambiente y una
economía. Las tres realidades deben convivir de forma armoniosa. O sea, hay que armonizar la eficiencia económica, la
protección el medio ambiente y la equidad social. ¿Es eso posible? Parece que
con el actual modelo económico no lo es. El mismo Fondo Monetario Internacional
(FMI) lo ha dicho a través de su ex director, Michel Camdessus: “El mercado no
es capaz de reconciliar lo económico con lo social, porque el mercado no tiene
horizonte social”. Así de claro. Es verdad que el mercado, base de la
globalización económica, produce riqueza, pero ¿a qué coste y cómo se
distribuye? Este sistema beneficia a los poderosos, destruye a los pobres y
deteriora el medio ambiente.
Senador por UNEN Fernando Pino Solanas con Papa Francisco en Roma. |
Por eso el Papa
Francisco nos invita a decir “no”
a este sistema económico globalizado que “conduce a la tragedia”.
La reflexión terminó con estas
conclusiones:
· .
El Dios bíblico es Dios de la vida.
·
La Iglesia también ha de apostar siempre por la vida de
todos, especialmente de los más pobres. “No puede ni debe quedarse al margen en
la lucha por la justicia” (Deus caritas est. 28).
·
Esta defensa y promoción de la vida tiene una concreción
clara hoy en la defensa del medio ambiente y en la necesidad de buscar un
modelo de desarrollo integral y sostenible. Esta toma de postura nos va a
ocasionar conflicto, pero somos seguidores de un crucificado que nos enseñó que
el grano de trigo sólo da fruto muriendo.
Antonio Sáenz Blanco
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