jueves, 30 de octubre de 2014

SÍ SE PUEDE


La polémica se ha hecho presente entre nosotros estos últimos días desde la situación de la institución educativa pública “Coronel Cortegana”. En resumen podemos expresar la situación como la negativa por parte de un grupo mayoritario de profesores de recibir como director a alguien que ya lo fue años atrás. ¿El motivo? Que lógicamente ya conocen su “vida y milagros”, algo que queda ratificado por la repetición de actitudes y comportamientos del susodicho profesor en diferentes colegios donde ha ejercido la dirección.

Muchas opiniones, con frecuencia cargadas de virulencia, se han expresado a través de los medios de comunicación sobre la situación creada. Me permito comentar algo de lo escuchado y ofrecer algunas opiniones personales sobre lo vivido.

En primer lugar quiero acentuar que la realidad no puede dejarnos indiferentes a los seguidores de Jesús. Nuestra fe en Él nos lleva a implicarnos en lo que pasa. Como decía el Concilio Vaticano II a la Iglesia le preocupa “todo lo humano”. Tenemos que tomar partido por lo justo, apostando siempre  por el bien común. Esto a veces es complicado, porque en no pocas ocasiones lo justo choca con lo legal, como en el caso que nos ocupa. En situaciones así, ya sabemos que Jesús apostaba siempre por la persona por encima de la ley. En el caso del Cortegana la opción tiene que ser por el bien de la comunidad educativa, aunque eso pueda vulnerar los derechos de una persona, pero hay que tener en cuenta que también los alumnos y el resto de profesores tienen derecho a un ambiente que facilite una educación de calidad, algo que parece imposible con la pretendida dirección por parte de quien se siente agraviado. Aunque la mentalidad neoliberal que nos inunda parece que va en dirección contraria, sin embargo parece razonable que el bien del colectivo está por encima del individual. Y es que la ley tiene que mirar por la justicia, que no es sino la plasmación del bien común. En caso de conflicto, ha de estar claro que el fin es más importante que los medios, por lo que la ley no puede tener la última palabra, ya que si no consigue el objetivo para el que fue creada ella misma queda deslegitimada.  No se puede uno aferrar sólo a la ley ni utilizarla para desviar la atención de hechos (al menos sospechosos, y algunos de los cuales están presentes en bastantes docentes),  como la tendencia al alcohol, la probable apropiación personal de bienes comunes, la falta de información a la comunidad educativa de los movimientos económicos de la institución o la vivencia de comportamientos poco educativos para los alumnos, como mantener relaciones afectivas extramatrimoniales por parte de personas que tienen ya su familia constituida. Algunas de estas prácticas son difíciles de probar, lo que no significa que no se den. Aunque no se vea, mucha agua debe llevar el río cuando tanto suena.

No es fácil la tarea de director. Es una misión compleja. De ahí se deduce que los requisitos para poder acceder a este servicio no pueden ceñirse a aprobar un examen, sino que han de tenerse en cuenta también las aptitudes y actitudes de los aspirantes. Lo mismo vale para un profesor. Por eso, las capacitaciones que ahora están tan en boga han de dirigirse a la mejora integral de la persona y no sólo a su capacidad intelectiva.

Una situación de crisis tiene que dar paso a una revisión y purificación. ¿Qué está ocurriendo para
que a la institución que nos ocupa se le haya cambiado el apellido de emblemática  por el de problemática? Sin duda hay muchos factores. El primero es de índole estructural. Una institución  que es calificada  de emblemática sólo por la infraestructura física es un elefante  blanco. ¿Para qué sirve una biblioteca sin libros, un laboratorio sin materiales, una piscina con agua verde, unas aulas con un número desmesurado de alumnos para poder ofrecer una educación de calidad? Por otra parte, ¿cómo es la organización del colegio? ¿Cómo es la relación y la participación de la APAFA? ¿Sólo se la requiere cuando “las papas queman”? ¿Muestran los padres interés real en la educación de sus hijos? ¿Tienen los profesores conciencia de lo que significa educar y ser educadores? Es claro que si en el centro educativo las cosas no van bien no se puede descargar la responsabilidad en una sola persona. No se puede mandar de paseo a la capacidad de autocrítica. Evidentemente,  todo esto es aplicable a los demás centros educativos.

Hay gente que lo único que pretendía era la vuelta a las clases por parte de profesores y alumnos. Las prisas no suelen ser buenas consejeras. Y buscar salidas falsas sólo sirve para prolongar el problema. Por eso me pregunto si en las circunstancias dadas realmente se puede ver como solución razonable imponer como director a una persona que es rechazada por gran parte de los integrantes de la institución.  ¿Propiciaría la presencia de ese director el ambiente adecuado para una educación de calidad? No es posible la educación sin armonía en las relaciones. Por otra parte, la educación no se lleva a cabo sólo en las aulas ni se ciñe a la adquisición de conocimientos, sino que también incluye la transmisión y asunción de valores. Pienso que los profesores “contestatarios” han dado ejemplo a sus alumnos de preocupación por su centro educativo, rebeldía, capacidad de organización, sacrificio, búsqueda de la justicia, aunque ello también les ha llevado a ser criticados por una parte de la población. Nos han demostrado que los cambios son posibles, que la realidad es transformable.  Expreso mi admiración por ellos y agradezco su ejemplo. Mucha corrupción hay en el país, con presencia significativa en las instituciones de todo tipo. Acabar con ella es tarea de todos. Ojalá cunda el ejemplo y lo que ha ocurrido en el Cortegana sea una mecha que avive el fuego y se propague por Celendín. Estoy convencido de que a todos nos gustaría que el fuego purificador llegue a otras instituciones educativas de rango mayor. Y de todo tipo. Algún día, ojalá no muy lejano, será. Sí, me alegra la postura de estos profesores, pues son un signo más de que algo va cambiando en Celendín. Últimamente la apatía está dando paso a la rebeldía, la indiferencia a la participación, la sumisión a la sublevación. No entienda nadie esto como un llamado a la violencia. Algunos son muy ligeros a la hora de calificar a las personas como extremistas, violentistas, radicales… Hay que actuar con pasión, pero sin violencia.

Animo a la amplia comunidad educativa de Celendín a una renovación de actitudes que desemboque en la creación de ambientes que favorezcan una educación integral de calidad. Sabiendo que la educación es la gran herramienta de cambio, esto provocará para nuestro pueblo un nuevo amanecer lleno de vida digna.

                                                                      

Antonio Sáenz Blanco