miércoles, 30 de octubre de 2013

SEÑOR DE LOS MILAGROS ¿UNA HISTORIA TRAICIONADA?


Millares de ojos, brillantes. Con fe. Hábitos morados sobre sus cuerpos, cirios, incienso, altares  en las calles, banda de músicos y simultáneamente cantando “Señor de los Milagros, a ti venimos en procesión, tus fieles devotos a implorar tu bendición…” miles de personas se congregan a rendir homenaje año tras año, a esta sagrada imagen que recorre las calles de Lima sólo en octubre. Desde la capital, la devoción se ha extendido por todo el país. En Celendín, se celebra esta festividad en el barrio del Rosario y los caseríos  del El Milagro y la Conga de Molinopampa.

El Señor de los Milagros no conoce fronteras de clases o razas, pobres y ricos, negros, blancos, mestizos. No importa la edad, la profesión, el cargo político, institución, género; todos se dan cita a esta multitudinaria ceremonia.

Nos preguntamos: ¿será este el Señor liberador de pobres, maltratados y sufridos? Según la tradición, a mediados del siglo XVII, en un rancherío de Pachacamilla, lugar a las afueras de la Lima virreinal, vivían esclavos negros traídos de Angola y otros rincones del África. De noche se congregaban para cantar, bailar y orar frente a una imagen del crucificado, que uno de ellos había pintado en un muro de adobes. Las autoridades coloniales se alarmaron, con la fuerza militar y eclesiástica intentaron acabar con ese culto popular, pero no lo lograron. Lo más significativo es una mutación a nivel simbólico. El Señor de los esclavos ha pasado a ser el Señor de todas las razas y clases. Es la raza negra esclavizada la que dio origen a esta veneración, la raza negra de ese  entonces.

Ahora es el Señor de todas las razas. El no ve razas. El Señor de los Milagros es ahora de todos los peruanos. ¡Efectivamente!. Pero sólo en el culto, en el rito y la procesión, más no en la fe hecha vida. En el Perú, así como en otros países del mundo, los pobres, los maltratados, enfrentan la discriminación en su vida cotidiana. Sufren la intolerancia, el rechazo, la exclusión, la injusticia y la violencia que se expresa a través de palabras, miradas, gestos, actitudes, omisiones y hasta la negación de lo más elemental, de sus derechos humanos. Vale la pena ilustrar con dos ejemplos de lo tremendamente racistas que somos en este país: hace unos años, el padre de la lideresa del PPC, Lourdes Flores, insultó al candidato y después presidente, Alejandro Toledo, llamándolo “auquénido de Harvard” (=llama, alpaca, guanaco, vicuña de la universidad de Harvard). Estos días, al parecer, algunos ciudadanos limeños han hecho lo mismo con la actriz ayacuchana Magaly Solier, diciéndole “¿Qué tienes que mostrar? Guanaca por qué no te regresas a tu tribu a rascar la tierra”, calificándola también de  “atorrante” (mujer desfachatada, desvergonzada) (Pg. Web Perú 21, octubre 2013). Es un odio racista, sexista y regionalista.

Tampoco el Perú es de todos los peruanos, son dueños unos cuantos privilegiados, un grupo selecto, las grandes empresas mineras y extractivas, los que poseen poder económico, político, militar y otros. Hoy mucho más el mundo sigue siendo “ancho y ajeno”, como bien titula el escritor peruano Ciro Alegría a una de sus célebres obras.

¿Qué decir de las Instituciones estatales, de las que sus miembros rinden homenaje a la sagrada imagen? El Congreso es considerado como la expresión de mayor corrupción. El 18 de octubre, renovaron su fe y rindieron homenaje al Cristo Morado. El Poder Ejecutivo, hizo lo mismo en el frontis de Palacio de Gobierno, y sus manos están manchadas de sangre. En Celendín el actual gobierno es responsable de la muerte de cinco humildes ciudadanos. Tres expresidentes están en el ojo de la tormenta. Fujimori, condenado por asesino, ladrón y corrupto. Toledo, con delitos cometidos a través de traspasos de dinero y compra de inmuebles que no puede justificar. García, que arrastra investigaciones, denuncias y pruebas de cargos sobre actos de corrupción, enriquecimiento ilícito y haber indultado a miles de narcotraficantes, previo pago; que para nuestra sorpresa, promulgó en el 2010, la Ley N° 29602 que consagra a la imagen del Señor de los Milagros como Patrono de la Espiritualidad Católica del Perú.

Igual le rinden homenaje los Poderes: Judicial y la Policía, percibidos como altamente corruptos. Los gobiernos locales y regionales, que no son transparentes, ni rinden cuentas del dinero del pueblo que administran.

“Todo el Perú te quiere, Señor de los Milagros”, fueron las palabras con las cuales el cardenal Juan Luis Cipriani le dio la bienvenida a la tradicional imagen el 18 de octubre en la Av. Tacna, y paradójicamente desprecia los derechos humanos de los maltratados, diciendo que son “una cojudez” (Rev ideele N° 115, febrero 1999)

En la devoción al Cristo Morado  hay dos rutas dice Diego Irarrázaval, en su libro “Rito y Pensar Cristiano” (CEP 1993): “El primer camino pertenece a los “de arriba”. La procesión es una masa de individuos y en ella se simboliza la sujeción de lo popular de las clases dominantes. Los grupos de poder transforman la fe del pobre en un culto policlasista  y nacional. El Dios venerado hace favores -en una modalidad mágica- a individuos, y es el fundamento del “orden social”. En un plano idealista –que algunos llamarán “de fe”- hay una conciliación entre el maltratado y el opresor.” “…Un segundo camino pertenece a los “de abajo”. La procesión es un acto de masas, en que los maltratados, al acompañar a Cristo, expresan su anhelo colectivo de liberación. En esta expresión de fe hay una resistencia simbólica al orden social impuesto sobre ellos, y a la vez, una manifestación pública de fidelidad a la voluntad liberadora del  Padre… El pueblo crucificado hace también súplicas concretas y celebra la fuerza que da el Espíritu”.

Según el testimonio del Médico Patcy Arce (José Gálvez-Celendín) “la motivación de los que   acompañan al Señor de los Milagros son dos, unas veces de súplica y otras de agradecimiento por acontecimientos inexplicables ocurridos en sus vidas”.

Para terminar, el Señor Crucificado nos vuelve a decir  en Lc 11,37ss: “Esto hay que hacer sin omitir…”  “No vuelvan a traerme ofrendas vacías, cuya humareda me resulta insoportable…Cuando extienden las manos para orar, aparto mi vista, aunque hagan muchas oraciones, no las escucho, pues tienen las manos manchadas de sangre. Lávense, purifíquense; aparten de mi vista sus malas acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan hacer el bien. Busquen el derecho, protejan al oprimido, socorran al huérfano, defiendan a la viuda” Is 1,10ss.

“Ay de ustedes fariseos que pagan el diezmo de la menta, del té, y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor a Dios” Lc 11,37ss.

“Ámense unos a otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” Jn 15,13.

Nos dice también que seremos juzgados por nuestras actitudes de amor o indiferencia ante los necesitados (los hambrientos, sedientos, extranjeros, desnudos, enfermos, encarcelados) Mt 25,31-46. Los devotos del Señor de los Milagros son aquellos que lo reconocen en el pobre, en el necesitado.

Finalmente escuchamos al apóstol Pablo que nos recuerda: “Tengan los mismos sentimientos que corresponde a quienes están unidos a Cristo Jesús. El cual no se aferró a su categoría de Dios. Al contrario, se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo (servidor) y se hizo semejante a los hombres” Fil 2,5-7.


                                                                 Lázaro Jara Paredes

 

1 comentario:

  1. Felicitaciones Padre Lázaro, excelente artículo, nos muestra la cruda realidad de nuestro país. Nos hace falta ser coherentes en nuestra práctica religiosa.

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