Foto: Archivo El Comercio |
El 29 de Octubre se confirmó lo que días antes era sólo un rumor: la
caída del presidente del Consejo de Ministros, que arrastra consigo a todo su
equipo. Ya van ¡4 gabinetes en dos años! Si no es record mundial no estará muy
lejos. Hay un dato aún más preocupante y es que los cuatro premieres no tienen
un estilo parecido. Se comenzó con Salomón Lerner, hombre del mundo de la
cultura, con una mentalidad de izquierda; le siguió “el pistolero” Valdés,
hombre de mano dura militar, vino Juan Jiménez, que promovió el diálogo entre
las diversas fuerzas políticas y ahora llega, desde las regiones, César
Villanueva. Tanta diversidad manifiesta que el Presidente no tiene un rumbo
definido para el Perú. La verdad es que esto se manifestó desde antes de llegar
a serlo, cuando, para la segunda vuelta electoral, cambió su programa de “La
gran transformación” por “La hoja de ruta”, lo que causó alegría a los más
poderosos y desconsuelo a los más pobres. Efectivamente, en la actualidad es un
presidente de gobierno aplaudido por los que no le votaron, los que le temían y,
al contrario, cada vez cuenta con menos
aceptación por parte de los que le auparon al poder, a los que intenta poner de
su parte con programas sociales de corte muy asistencialista. Es claro que el
país está falto de orientación.
Esta situación de cambios frecuentes y repentinos es, de alguna
manera, reflejo del país, donde hay mucha improvisación. Se vive mucho al día.
No hay sentido del ahorro; no se hacen proyectos a largo plazo; los candidatos
que se presentan por un partido de
derechas, a los cuatro años están en la otra esquina; hay cambios frecuentes de
las personas que están al frente de las instituciones… Definitivamente, lo
imprevisible está muy metido en nuestra manera de vivir. Hay una expresión que
refleja con mucho acierto esta realidad: “de repente”. Sí, en el “de repente”
se abre un abanico de posibilidades: “bueno, ya veremos”, “es posible”, “a ver
qué pasa mañana”, “¿cómo será?”… ¿Será esto expresión de que la inseguridad es
algo que va unido a la vida de los pobres? Lo cierto es que esto va en
consonancia con un principio de la postmodernidad que invita a vivir el día a
día sin más complicaciones.
Desde esta realidad considero que ayuda a dar estabilidad a las instituciones
y a las personas elaborar proyectos que marquen la ruta a seguir. Eso
contribuirá a que las instituciones no tengan una dependencia excesiva de
quienes las presiden en cada momento; si hay una orientación marcada y unas
prioridades establecidas, vengan quien venga no habrá rupturas, sino
continuidad creativa, que no es lo mismo que continuismo.
Por supuesto que esto también vale para la vida eclesial. Es muy
positivo que tanto la diócesis como las parroquias elaboren su plan pastoral,
donde se marquen objetivos, prioridades y actividades que los hagan posibles.
Eso le va a dar un estilo concreto a la comunidad.
Asimismo es importante que, a nivel personal, tengamos claro qué
queremos hacer de nuestra vida, cómo queremos vivirla. Para eso es necesario
detenernos de vez en cuando, pues, si no lo hacemos, iremos dando tumbos, sin
sentido, sin orientación, a expensas de la moda, las costumbres, el qué dirán o
cualquier otra circunstancia que no nos deje ser dueños de nuestro propio
destino.
Antonio Sáenz Blanco
Enhorabuena por el blog, ¡esto marcha! Se ve que las maestras son unas fenómenas, yo ya me di cuenta en verano.... Los comentarios se ponene pinchando debajo de la entrada... Un abrazo
ResponderEliminarTiene usted toda la razón, necesitamos urgente un cambio pero que se inicie primero en el corazón de cada ser humano.
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