viernes, 27 de diciembre de 2013

NAVIDAD: UN CAMINO CON SEÑALES DESCONCERTANTES


            
           Navidad es fiesta, es vida, es ternura, es misterio, es derroche… de amor, de abajamiento, de cercanía, de humanidad, de historia…
Navidad es alegría, la alegría del evangelio, que diría “el hombre del año”. En un lugar perdido, insignificante, donde brillan la pobreza y la esperanza, en medio de las sombras de la noche, se gesta una sinfonía de luz y sonido, de silencios y susurros, de soledad y compañía. En la presencia de un recién nacido, frágil, indefenso, necesitado, se juntan ángeles y pastores, el cielo y la tierra, Dios y los hombres. Se universaliza la alegría por el  Emmanuel,  patrimonio de la humanidad.
Navidad es un camino. Del cielo a la tierra y de ésta a aquel. De Dios a los hombres y de los hombres a Dios. Éste hace el camino de Belén para venir a nuestro encuentro, para quedarse con y entre nosotros. Abandonando su casa del cielo ha decidido hacer de la tierra su hogar. No es la suya una existencia ahistórica. De ahí que el encuentro con Dios no se da fuera del mundo, sino en él, mirando la realidad con hondura, con ojos de fe. Hay que ponerse en camino, con todo lo que eso supone, ponerse a tiro de Dios, dejarse buscar y encontrar por Él, dejarse mirar y amar por Él. Viene a traernos vida en abundancia. Es el de  Belén  camino de ida y vuelta. Recorrerlo implica salir de sí. Fuera comodidades, conformismos, tradiciones paralizantes. Vamos a Belén para volver de Belén. En Belén, hogar de la presencia en pobreza y debilidad, encontramos la sabiduría de Dios, asumimos su estilo, nos empapamos de su manera de ser, de situarse, de pensar, de sentir, de actuar y las hacemos nuestras para ir haciendo realidad su proyecto del reino y así la vida digna y para todos se vaya haciendo realidad.
En el camino son importantes las señales. Orientan, informan, evitan pérdidas, marcan la ruta… Navidad supone detectar las señales de la presencia del Emmanuel. Los pobres pastores, en el desconcierto de la noche, tras el gozoso anuncio de que “hoy ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor” (Lc 2, 11), encontraron apoyo celestial para detectar su presencia: “Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 12). En verdad habría que decir que la señal era tan desconcertante que más provocaba extrañeza que alegría por la ayuda recibida. Hoy, Dios sigue mandando ayuda celestial para que  nosotros podamos encontrarnos con Él, sabiendo dónde habita. Es un ángel sin alas, pero con mucha ternura, que quiere llevar a la Iglesia en volandas por donde huele a evangelio. Como ángel viste de blanco y tiene por nombre Francisco, igual que un hombre de Asís enamorado de la Navidad. Estas son algunas señales que él  nos indica para ayudarnos en la búsqueda y encuentro con el Señor:
·         Ser una Iglesia pobre y para los pobres. “Hay que privilegiar sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados… La evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer” (EG 48).
·         Preferencia por “una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle antes que por una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EG 49).
·         Una Iglesia que se acerca a las personas, “se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo” (EG 24).
·         Una Iglesia que sale de sí misma y va hacia las periferias, no para llevar a Cristo, sino para encontrarse con Él allí, pues habrá llegado antes que nosotros y nos espera.
·         Una Iglesia misericordiosa.  Sueño, dice el papa,  con una Iglesia Madre y Pastora. Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evangelio puro.
·         Establecer un sistema económico justo, que tenga como centro, no al dinero, sino al hombre y la mujer, como Dios quiere.
·         “Es indispensable prestar atención para estar cerca de nuevas formas de pobreza y fragilidad donde estamos llamados a reconocer a Cristo sufriente: los sin techo, los tóxico dependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados, los migrantes… (EG 210)”.
Siguen siendo, pues, la pobreza y la debilidad espacios privilegiados de encuentro con el Señor. Ojalá hagamos caso a estas orientaciones para evitar que se pueda decir aquello de “con nosotros está y no le conocemos”.
 
Antonio Sáenz Blanco
 
 
 

martes, 17 de diciembre de 2013

CONSTRUYENDO (3) LADRILLEANDO


 Los distintos elementos de una construcción van relacionados entre sí. No son elementos aislados, sino interconectados.  Sobre los cimientos de una edificación van las columnas y las paredes. Ellas prolongan en el espacio la sostenibilidad de la construcción, la afianzan, le dan solidez.   Las paredes están hechas con ladrillos. Éstos realizan su función no en solitario, sino en conjunto. Van unidos, eso es lo que les hace compactos, lo que les fortalece. Pero la unión no les hace perder su propia individualidad. La mezcla los une, pero cada uno es cada uno. A algunos les toca en suerte ser partidos, siendo utilizados a trozos para remediar desajustes. 

Las paredes marcan los límites, dan seguridad, protegen la privacidad, señalan los diversos departamentos, que están conectados entre sí por puertas y pasillos, como partes de un todo. Sin puertas o ventanas, las paredes se volverían asfixiantes, encerrando a la persona en su aislamiento, privándola de luz, de aire renovado, del colorido de la vida.
Estos apuntes elementales tienen reflejo en nuestra vida. Nuestras distintas facetas también están interrelacionadas. Las afrontamos desde un ánimo común que se proyecta en lo que hacemos o vivimos. Además, una existencia en armonía cohesiona lo personal y lo comunitario. Efectivamente somos seres personales, pero no individuales; no somos clones; cada cual es único, irrepetible, con sus aciertos y desaciertos, más que mejores o peores podemos decir que somos  complementarios. Eso es una riqueza, que expresa que la vida es multicolor. Desde un clima de fe nos llena de alegría saber que Dios nos ama profundamente a cada uno en su singularidad.
Aunque nadie es imprescindible, todos somos necesarios en la construcción de este mundo. Nadie sirve para todo, pero todos servimos para algo. Todos aportamos y todos recibimos. Nadie es tan torpe que no tenga algo que enseñar y nadie tan listo que no tenga algo que aprender, o dicho en terminología más economicista, nadie es tan pobre que no tenga algo que aportar, ni nadie  tan rico que no tenga algo que recibir.  Urge edificar este mundo desde otras claves. No podemos construir paredes que se conviertan en muros que excluyen. No es ético un mundo donde el dinero no conoce fronteras, tiene plena libertad de  movimientos, pero las personas pobres se topan permanentemente con aduanas que les impiden el paso a un futuro digno. En su defensa surge con fuerza la voz del Papa Francisco animando a decir no a esta “cultura del descarte”. Ese sistema que tiene como centro el dinero mata. Urge construir un mundo donde en el centro estén el hombre y la mujer, tal y como Dios quiere.
Hablábamos también de la intimidad. Esta no se confunde con el aislamiento. La intimidad es el espacio donde habita lo profundo, los tesoros que cada cual posee, donde se saborea la vida, donde se cuecen las grandes decisiones, donde se da rienda suelta a los sentimientos, donde se vive con naturalidad y sinceridad. Ahí se encuentra la persona consigo misma, con lo que es. Pero es un espacio donde se hacen presentes los demás, especialmente aquellos que tienen más influencia en nosotros. Sin ellos no somos lo que somos. Por ellos somos capaces incluso de rompernos para darles vida.
Las paredes protegen lo nuestro, nos dan seguridad. Me vienen a la cabeza un par de reflexiones. Una es de la Doctrina Social de la Iglesia, que defiende la propiedad privada, pero dándole un fuerte acento social, pues por encima de ella está el derecho universal al uso de los bienes. La otra reflexión es de Francisco, el Papa. sobre la seguridad. Dice en el n° 50 de “La Alegría del Evangelio”: “Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad –local, nacional o mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz”.

Necesitamos una casa común donde todos podamos vivir sin tener que tirarnos los ladrillos a la cabeza.

                                                                                              Antonio Sáenz Blanco

domingo, 8 de diciembre de 2013

EL DESPERTADOR


Hay aparatos en nuestra casa que no son muy queridos, pero que los necesitamos. Incluso hay que decir que, aunque resulten molestos, mejoran nuestra existencia. Uno de ellos es el despertador. Qué fastidio cuando suena y rompe nuestro plácido sueño. Por eso, a veces, para callarlo no ponemos suavemente un dedo sobre él, sino que descargamos con ira la fuerza de nuestro puño. Pienso que esta es la reacción primaria, pero, en el fondo, agradecemos su canto matutino, pues despertar y pasar a la actividad es necesario.

Al mirar nuestra vida personal y comunitaria caemos en la cuenta de que estamos dormidos más de lo debido. Caemos en la rutina, nos dejamos llevar de la costumbre, somos presa de la pasividad, nos estancamos. Nos convertimos en aguas muertas, que, sabemos, huelen mal. De esa situación necesitamos salir. Precisamos un despertador, alguien o algo que nos zarandee, nos remueva, nos cuestione. De vez en cuando surgen personas que hacen esta tarea de despertar conciencias. Vamos a fijarnos en algunas.
Nelson Mandela. Vivió en sus carnes el apartheid, la discriminación racial que dio con sus huesos en la cárcel durante 27 años. ¿Su delito? Haber nacido negro. Cuando llegó a ser presidente de Sudáfrica por elección democrática, no actuó, en contra de lo que pensaba la mayoría, movido por el odio, el rencor, la venganza, sino que consiguió la integración de su nación desde el respeto y la valoración del diferente. Qué hermosa lección para el Perú, país, como lo definió José María Arguedas “de todas las razas, de todas las lenguas de todas las patrias”. Aprendamos a convivir desde la pluralidad.
Juan Bautista. En la Iglesia vivimos el tiempo de Adviento, preparando el encuentro con Dios, hecho
hombre en la persona de Jesús. Éste es anunciado por su primo Juan, el Bautista, hombre de vida austera, pero que no tenía pelos en la lengua. Él nos llama a despertar, a cambiar profundamente, dando entrada en nuestra vida a otros valores. Los evangelios resumen así su mensaje: “Conviértanse… preparen el camino al Señor” (Mt. 3,2-3). Convertirse es dar un giro a la vida, dejar de obrar mal y empezar a ser personas de bien. Ante su llamado cada cual debe plantearse personalmente: Y yo, ¿de qué me tengo que convertir? ¿A qué tengo que despertar?


Francisco, el Papa. A través de él, Dios nos está haciendo llegar un mensaje renovador. También la Iglesia tiene que tomar otra orientación. Jesús tiene que ser su centro, no debe vivir para sí encerrándose en las paredes de sus templos, sino salir especialmente a las periferias, a los lugares donde están los pobres para encontrarse allí con su Señor, ser misericordiosa, manteniendo una actitud de acompañar y curar heridas. El mensaje del Papa suena también como un despertador para nuestro mundo. Él condena este sistema económico globalizado que conduce a la tragedia. Es un sistema que mata. Hay que organizar un sistema económico justo, que no tenga como centro al dinero, sino a las personas.
      Otras veces el despertador puede sonar en forma de noticia. Hace unos días se publicaba que el Perú está en los últimos lugares en educación, en concreto en comprensión lectora y razonamiento matemático. Ciertamente la educación es una realidad compleja, donde intervienen el Ministerio de Educación, profesores, alumnos, padres de familia, la propia sociedad; además influyen elementos como el presupuesto, las instalaciones educativas, la alimentación… Pero esa complejidad no puede hacernos caer en la indiferencia o la pasividad. En un tema tan importante no hay otra solución que plantearse seriamente qué hacer para revertir esa situación.    
      Soñemos, dejémonos despertar, bajemos a la realidad y transformémosla para que en ella se plasmen nuestros más hermosos sueños.
                                           Antonio Sáenz Blanco
 


miércoles, 4 de diciembre de 2013

CONSTRUYENDO (2). CIMENTANDO


        En la mirada a la construcción de un edificio, ponemos hoy nuestros ojos donde nunca se fijan  cuando está terminado: en los cimientos. Sabemos que por ahí se empieza. Una buena cimentación no es sólo lo primero en cuanto al orden temporal, sino también en lo que a importancia se refiere. Hablamos de lo básico (por aquello de que está en la base), que es al mismo tiempo lo fundamental.

Obrero cavando para el cimiento.
     Efectivamente, todos somos conscientes de que es el elemento crucial. Hablar de cimiento es hacerlo de lo que no se ve, de lo que está debajo, sosteniendo, manteniendo en pie, dando consistencia, fortaleciendo. Para construirlo hay que escarbar, ahondar en la tierra, dar profundidad. Las zapatas y  las calles que las unen reciben una mezcla de  piedras y cemento que, junto a los fierros, les dan  la solidez precisa.  

     Que sepamos Jesús no estudió arquitectura. Sobre su aprendizaje académico, los evangelios sólo nos dicen que una vez escribió en el suelo. Ahora bien, por ellos sí sabemos que Jesús debió ser un gran observador, por lo cual hablaba con conocimiento de las cosas de la vida. Sus parábolas están repletas de imágenes sacadas de lo ordinario: siembra, pesca, ovejas, levadura, harina, trigo, cizaña,… También observaba cómo se construían las casas, notando y avisando que no siempre se hacían correctamente, lo que suponía un peligro, pues, tarde o temprano, harían su aparición los vientos y tempestades. Si la casa había sido construida sobre arena, el derrumbe estaba asegurado y, por el contrario,  se mantendría en pie si el cimiento estaba sobre roca (Mt 7, 24-27). El interés de Jesús no era por las casas, sino por las personas, que eran su auténtica preocupación.

    Cimentar la vida es algo que hay que hacer desde el principio. En los inicios otros lo hacen por nosotros. Ahí entran en juego padres, familiares, profesores. Ellos nos ayudan a poner las bases sobre las que ir levantando nuestra existencia, transmitiéndonos valores comúnmente aceptados: honradez, bondad, justicia, solidaridad, laboriosidad, participación, respeto… Sobre esto se edifica no sólo nuestra vida personal, sino también comunitaria.  Llegados a este punto me parece muy importante recalcar el papel fundamental que tienen padres y educadores. Ellos, junto a los catequistas, colaboradores de los padres en la transmisión de la fe, no deben olvidar que en la educación tiene una gran relevancia el testimonio. Por ello, les guste o no, sean conscientes o no lo sean, ellos son espejos donde los hijos y alumnos se miran, por lo que deben ser los primeros en reflejar en sus vidas los valores que pretenden transmitir. El llamado a ser coherentes debe ser una constante en sus oídos.

Cimientos
Lógicamente, en la medida que vamos creciendo vamos tomando cada uno nuestra batuta, porque la cimentación de la vida nunca es algo totalmente terminado, sino que es tarea abierta.  En orden a una buena cimentación tanto humana como de fe (dos realidades interconectadas en el creyente) encontramos ayuda en la lectura, la observación, la reflexión, el análisis de lo que ocurre, llegando a las causas y consecuencias, el espíritu inconformista, los deseos de superación, la apertura a lo nuevo, el trabajo organizado y constante, la apertura al otro y al Otro, a ese Dios hacedor que siempre comparte vida con nosotros y que nos ofrece a Jesús como el valor seguro sobre el que cimentar la existencia.

                                                                                              Antonio Sáenz Blanco

jueves, 28 de noviembre de 2013

¡ABRAN VENTANAS AL AIRE FRESCO!


   ¡Qué gozada! ¡Cuánto he disfrutado en la primera lectura de la exhortación  “La Alegría del Evangelio”! Toca ahora releerla con detenimiento, analizarla, dejarse interpelar para ir haciéndola vida.
      Es un adviento, un viento que va hacia… la vida. Se hace realidad el sueño de Isaías que recoge Lc. 4,18: “se anuncian buenas nuevas a los pobres”.
    En clave dialéctica, destaco algunos acentos que me parecen significativos y que indudablemente señalan una ruta y apuestan por un estilo.

Papa Francisco.
·         Lenguaje accesible, sencillo, popular, antes que técnico.
·         Los demás por encima de los propios intereses.
·         La vida se acrecienta dándola, no encerrándose en el aislamiento y la comodidad.
·         Mejor sumar que restar.
·         Misericordia y amor  por encima del juicio.
·         Más reino que iglesia.
·         Más Jesús que Papa.
·         Más fuera que dentro.
·         Mejor una iglesia accidentada que enferma.
·         Más teología y menos moralismo.
·         Más evangelio que catecismo.
·         Más pascua que cuaresma.
·         La gracia es más fuerte que el pecado.
·         De una pastoral de mantenimiento a situarse en clave de misión.
·         Olor a oveja y no a perfume de despacho.
·         Optimismo mejor que pesimismo paralizante.
·         Arriesgarse desde la dimensión social del evangelio en lugar de privacidad cómoda.
·         Mayor atención a responder a la sed de Dios que al ateísmo. 
·         Compromisos fraternos antes que experiencias subjetivas sin rostro.
·         Facilitar el acceso a la gracia por encima de controles.
·         Iglesia casa, no aduana.
·         Iglesia: Antes pueblo que institución orgánica y jerárquica.
·         Alegrarse con los frutos ajenos para combatir la envidia.
·         Sí a la unidad; no a celos, divisiones e imposición de las propias ideas.
·         Sí al diálogo; no a la imposición.
·         Antes la persona que el dinero.
·         Los pobres antes que los ricos.
·         No a un sistema económico que en lugar de dar vida, mata.
·         No al sistema globalizado del descarte y el derrame; sí a la inclusión y a la equidad.
·         Pasar de la dictadura de la economía consumista a una economía con orientación antropológica.
·         El dinero es para servir, no para gobernar.
·         Las periferias antes que el centro.
·         Más acento en la  justicia y la caridad  que en la templanza.
·         Más preocupación por  la situación de los pobres que por la de la bolsa.
·         La sinodalidad antes que lo individual.
·         Los pastores, que son minoría, al servicio de los laicos, la gran mayoría.
·         La promoción social y la formación de los fieles antes que cierto cristianismo de devociones.
·         Conectar e integrar antes que aislar y proteger.
·         Conversión pastoral y misionera para desterrar el “siempre se ha hecho así”.
·         Entusiasmo misionero y no realización de tareas forzadas.
·         Pocos preceptos, para que la religión sea un ejercicio de libertad y no una esclavitud.
·         Dar la vida por los demás es preferible a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana.
·         En la pastoral más atención a las personas que a la organización.
·         Fervor espiritual sí; fanatismo no
·         Audacia por encima de dudas y temores.
·         Toda palabra en la Escritura es  don antes que exigencia.
·         Dejarse penetrar por la Palabra antes de transmitirla.
·         Que el anuncio del kerigma  exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa.
·         Respetar la libertad antes que imponer la verdad.
·         Ser alegres mensajeros de propuestas superadoras, custodios del bien y la belleza antes que expertos en diagnósticos apocalípticos u oscuros jueces que se ufanan en detectar todo peligro o desviación.
·         Peregrinos sí, errantes no.
·         Dejarse evangelizar antes de evangelizar.
·         Renovación, no mantenimiento.
·         Aprender de los pobres antes que enseñarles.
·         Privilegiar los tiempos de los procesos a los espacios de poder.
·         Unidad por encima del conflicto.
·         La realidad es más importante que la idea.
·         El todo es superior a la parte.
·         La fe no debe temer a la razón, sino buscarla y confiar en ella.
·         Confianza en el compañero de camino en lugar de recelos.
·         No es lo mismo tratar de construir el mundo con el Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón.
·         Dar razón de nuestra esperanza con dulzura y respeto, no señalando y condenando.
·         Ser hombres y mujeres de pueblo y no príncipes que miran despectivamente.
·         La fecundidad prevalece por encima de la cuenta de resultados.
·         El Espíritu escapa a cálculos y controle
Papa Francisco acariciando a un niño.
Y, como colofón, llamadas a la ternura, a abrazar la cruz e invitaciones a la alegría por todo lo alto. ¿Hay quien dé más? Léanla. Nadie va a quedar indiferente. La mayoría va a disfrutar.

                   Antonio Sáenz Blanco

martes, 26 de noviembre de 2013

CONSTRUYENDO (1) DISEÑANDO

         Una de las obras  sociales que lleva a cabo nuestra parroquia es el servicio de  atención a los enfermos a través de la botica parroquial, que lleva el significativo nombre de “Teresa de Calcuta”. Son ya muchos los años que lleva funcionando, prestando un servicio de calidad, por lo que  ha logrado prestigio social en forma de confianza. Es verdad que ha pasado por momentos de dificultad, pero se han ido superando y ahora goza de buena salud. Para mejorar sus prestaciones, el equipo responsable ha solicitado poder disponer de otro salón adjunto del Centro Pastoral. Para poder  acceder a ello la botica está construyendo nuevos locales con intención de hacer una permuta. Como las obras son vecinas a nuestra casa y tengo que pasar junto a ellas diariamente las estoy siguiendo de cerca. Y me ayudan a reflexionar sobre la vida. Les comparto lo que voy rumiando.

Planos de futuro botiquín Parroquial.
    Todos sabemos que en la construcción de un edificio entran en juego diversos elementos. Uno de los más importantes y de los primeros a tener en cuenta son los planos. En ellos, sobre el papel, se van trazando las líneas que plasman el diseño del edificio. Tras ellos hay unos señores, arquitectos e  ingenieros, los cuales, además de saber matemáticas, cálculo, geometría, han de tener “ingenio” y creatividad para compaginar la utilidad con la belleza. Han de saber distribuir los espacios para dar cabida a todo lo necesario y saber aprovechar al máximo el terreno disponible.  En los planos aparece el metraje, el reparto del espacio, la profundidad de los cimientos y las zapatas, el grosor de los fierros, las dimensiones de las columnas,  el recorrido de las instalaciones eléctricas,…; de esa manera se asegura que todo esté en su sitio y al servicio de la construcción planificada. Luego no queda más que seguir fielmente lo expresado en los dibujos para llegar al resultado final.
        También nuestra vida necesita una planificación. Exige sentarse y diseñar qué dirección queremos dar a nuestra existencia, trazar las coordenadas que marquen la ruta a seguir. Esto es importante, pues si nosotros no lo hacemos, otros van a tener interés en hacerlo para poner nuestra vida a su servicio,  manipulando nuestra voluntad desde una supuesta libertad. Pero, como decía el personaje de Nelson Mandela en la película Invictus “soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”. Somos cada uno los que tenemos que planificar, buscar la orientación adecuada. En esto los creyentes en Jesús tenemos ventaja. Lo tomamos a Él como modelo, como referencia.  Él es el arquitecto que con su testimonio y su palabra dibujó los trazos que tienen que enmarcar nuestro vivir. Más aún, Él se nos ofrece como el Camino cuyo seguimiento nos lleva a la Vida.

Esa referencia tiene sus consecuencias. Tenemos que conocer a Jesús cada día más y mejor.
La Biblia.
Los evangelios son el medio idóneo para ello. Allí vamos a encontrar cómo también Él, al inicio de su vida pública, busca la soledad (el desierto) para planificar su existencia, para asumir, desde su ser, las líneas fundamentales de su hacer. Fue el Espíritu de Dios el que le iluminó para plasmar su diseño, para marcar sus opciones vitales. También nosotros necesitamos espacios de silenciamiento, de reflexión, de oración, para que, desde el trato íntimo con el Padre que nos ama, vayamos dibujando los trazos que marquen el rumbo que queremos dar a  nuestra vida. El mismo Espíritu que ayudó a Jesús, está presto para ayudarnos.

                                                                                  Antonio Sáenz Blanco


sábado, 23 de noviembre de 2013

ECOLOGÍA, UNA MIRADA DESDE LA FE.


       Los sacerdotes y religiosas de la diócesis de Cajamarca, junto con nuestro Obispo, hemos tenido el jueves 21 de Noviembre una jornada sobre desarrollo sostenible. Por la mañana tuvimos una reflexión teológica sobre el tema y por la tarde un panel en el que intervinieron un ambientalista, un eclesiástico, un líder social de San Marcos y el alcalde de Huasmín. No se presentaron, aunque estaban invitados con mucha antelación, los representantes tanto de Yanacocha como de Chadín 2. Su ausencia es estos eventos es reiterada, aunque luego hablan de diálogo. Simpáticos ellos.
     Estos son algunos puntos de la reflexión que se tuvo:
    ¿Tiene  algo que ver fe y ecología? Por supuesto. Todo lo que tenga que ver con la persona es asunto de la fe, pues sólo en relación con el mundo podemos vivir nuestra fe. Desde ella miramos la realidad y nos encontramos con una situación de crisis medioambiental.
     Es la ecología un tema complejo y conflictivo; produce choque de intereses. Lo que es evidente es que éste es un tema que va cobrando actualidad. 
  El deterioro del medio ambiente como consecuencia de la acción humana ha adquirido una importancia decisiva para el futuro de nuestro planeta y para las condiciones de vida, tanto nuestras como de las generaciones venideras. Crece la conciencia de que nuestra vida está ligada a la del entorno: interdependencia con los demás y el mundo. Por lo que o nos preocupamos del ambiente por conciencia o por supervivencia.
    Muchos de los grandes problemas ambientales son producto de lo que llamamos desarrollo. Éste es una aspiración legítima. En el Antiguo Testamento vemos que Dios acompaña a su pueblo en la búsqueda de mejores condiciones de vida. Los deseos de Dios son de prosperidad para todos. Jesús también se preocupó de mejorar las condiciones de vida de la gente. Desde nuestra fe en el Dios de la vida decimos que desarrollo sí, pero no a cualquier precio. El desarrollo humano tiene que ver con la totalidad de la persona y de todas las personas. El desarrollo sostenible es el que permite una mejora de las condiciones de vida presente sin poner en riesgo los recursos de las generaciones futuras. Para que exista el desarrollo sostenible se necesitan tres elementos fundamentales: una sociedad, un medio ambiente y una economía. Las tres realidades deben convivir de forma armoniosa. O sea,  hay que armonizar la eficiencia económica, la protección el medio ambiente y la equidad social. ¿Es eso posible? Parece que con el actual modelo económico no lo es. El mismo Fondo Monetario Internacional (FMI) lo ha dicho a través de su ex director, Michel Camdessus: “El mercado no es capaz de reconciliar lo económico con lo social, porque el mercado no tiene horizonte social”. Así de claro. Es verdad que el mercado, base de la globalización económica, produce riqueza, pero ¿a qué coste y cómo se distribuye? Este sistema beneficia a los poderosos, destruye a los pobres y deteriora el medio ambiente.
Senador por UNEN Fernando  Pino Solanas con Papa Francisco en Roma.
 Por eso el Papa 
Francisco nos invita a decir “no” a este sistema económico globalizado que  “conduce a la tragedia”.

 
  La reflexión terminó con estas conclusiones:
·        . El Dios bíblico es Dios de la vida.
·         La Iglesia también ha de apostar siempre por la vida de todos, especialmente de los más pobres. “No puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia” (Deus caritas est. 28).
·         Esta defensa y promoción de la vida tiene una concreción clara hoy en la defensa del medio ambiente y en la necesidad de buscar un modelo de desarrollo integral y sostenible. Esta toma de postura nos va a ocasionar conflicto, pero somos seguidores de un crucificado que nos enseñó que el grano de trigo sólo da fruto muriendo.
                                                      Antonio Sáenz Blanco