domingo, 6 de abril de 2014

SEMANA SANTA: CELEBRAR A JESÚS, VIVIR COMO ÉL.


La llegada de la primera luna llena de primavera en el hemisferio norte, marca una semana especial para millones de personas repartidas por todo el mundo. Es una semana calificada como “santa”. Es para los católicos la más importante del calendario anual.
Es “santa” porque celebramos al santo por excelencia: Jesucristo y éste crucificado-resucitado.
Es “santa” porque celebramos acontecimientos que llamamos santos: La santa cena, la santa cruz y la no menos santa resurrección.
Llamamos “santo” a algo relacionado con Dios, a lo que es como Dios quiere. Jesús es el gran santo porque vivió como Dios quiere, de acuerdo a su voluntad.
Celebrar Semana Santa es celebrar a Jesús y su modo de vivir. No se trata de una asistencia cumplidora a lo programado, sino de ir con deseos de identificarse con Cristo, asumir su forma de vivir para ser también nosotros como Dios quiere.
Por otra parte, aunque en relación con lo anterior, este año 2014 nos hemos trazado dos objetivos fundamentales en nuestra parroquia: la difusión de la exhortación del Papa Francisco “La Alegría del Evangelio” y el acompañamiento desde la fe al proceso electoral.
Es un dato incuestionable que en la Iglesia estamos viviendo un clima diferente desde hace poco más de un año. El Papa argentino ha traído un aire nuevo. Su persona, sus gestos y sus mensajes transmiten sencillez, gozo, esperanza, ánimo. En él se visibiliza una Iglesia que quiere redescubrir a Jesús como fuente de alegría auténtica. Ningún tiempo mejor que la Semana Santa para acercarse a Jesús, abrir a Él nuestra vida y dejarnos invadir de su capacidad de entrega en favor del prójimo, especialmente el más necesitado. Estamos llamados a ser grano de trigo que muere para dar fruto. Es la paradoja del misterio de muerte y resurrección. 
Desde ese deseo de vida para todos, Francisco ha levantado su voz diciendo que “hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata”.  Se manifiesta clara y valientemente en contra de este sistema económico que pone la plata por encima de los seres humanos, que excluye a muchas personas de participar de los bienes que deben ser para todos, favoreciendo a los que más tienen y perjudicando a los que más necesitan. Eso es injusto y no puede ser querido por Dios, que ama más a los más desfavorecidos.  

Esta situación hay que cambiarla y por eso el Papa anima a participar en la vida política para resolver las causas de la pobreza y promover el desarrollo integral de los pobres. Tomen buena nota de esto los candidatos que se dicen católicos y no se queden sólo en nombrar a Dios, la Virgen del Carmen o prometer obras en templos. Favorecer a los más necesitados antes que a las grandes multinacionales, luchar por la justicia, preocuparse por la construcción de un mundo mejor, estar atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo, defender la tierra y todos sus elementos vitales son líneas de acción que deben marcar el programa de los candidatos cristianos. En Semana Santa celebramos a alguien que murió por vivir estos principios. 
                                    Seamos coherentes con Él.

Antonio Sáenz Blanco.

 

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