sábado, 8 de marzo de 2014

LA PLATA… ¡AY, LA PLATA!


Estos últimos días la Palabra de Dios nos iluminaba sobre el tema de la plata. Entre otras, algún evangelista aplica a Jesús esta sentencia contundente: “O Dios o el dinero”. Aunque las personas, y parece que hasta la propia Iglesia, nos hemos esforzado por compatibilizar a ambos, Jesús los coloca en clave disyuntiva. Hay que optar por uno u otro.
Jesús dijo lo que dijo porque conoce el corazón humano y sabe lo tentadora que es la codicia, que desvirtúa los valores y trastoca seriamente la mente y el comportamiento de las personas hasta el punto de hacerlas caer en la idolatría.
             Desde el seguimiento de Jesús, también el Papa Francisco habla claro sobre este tema. Recogemos algunas de sus afirmaciones:  
“No a una economía de la exclusión y la iniquidad. Esa economía mata”.
            “No puede ser que no sea noticia que muera de frío un anciano en situación de la calle y que sí lo sea la caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es iniquidad”.
Vivimos “en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”. Como consecuencia, “mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz”.
“La cultura del bienestar nos anestesia, y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esa vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un espectáculo que de ninguna manera nos altera”.
           “Nos estamos volviendo incapaces de compadecernos de los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás”. 
Estas enseñanzas se ven reflejadas en nuestra realidad peruana. Hace aún pocos días el sueldo de los  ministros tuvo una subida del 100%. Como con 15.000 soles no les llegaba a fin de mes se decidió una pequeñita subida hasta llegar a 30.000. No hicieron falta debates, ni hubo protestas del Ministro de Economía o la Patronal. Prácticamente coincidiendo en el tiempo surge la cuestión de revisar el salario mínimo, el más bajo de la región, anclado en 750 soles. Parece algo razonable, pues, si como se dice, el Perú tiene un crecimiento económico sostenido, deben beneficiarse todos, especialmente los más pobres. Ni hablar de eso. Cae un premier, se cambian varios ministros, se comienza a decir que la subida perjudicaría a la pequeña y mediana empresa, que favorecería la informalidad. Y digo yo, ¿es descabellado pensar que un mejor sueldo anima a invertir, a gastar más, lo que sin duda genera mayores ingresos para la empresa? Es que a nadie le he oído este razonamiento que me parece elemental. Claro que no faltará el que diga que eso provoca inflación.
Tengo que reconocer que no entiendo mucho de economía, pero sí noto que no se miden con el mismo rasero ni se valoran igualmente los beneficios cuando son para los ricos que cuando son para los pobres.

                                                                                              Antonio Sáenz Blanco