María,
Virgen del Carmen, estamos junto a ti,
unidos por una corriente de amor y admiración.
unidos por una corriente de amor y admiración.
Admiramos tu apertura a los planes
del Padre, tu acogida a su voluntad y tu respuesta confiada, sin poner ninguna
condición.
Reconocemos tu prontitud para el
servicio al acudir presurosa a ayudar a tu pariente Isabel y compartir con ella
tu profunda alegría, lo que también hiciste en la boda de Caná.
Agradecemos tu sensibilidad para
descubrir la actuación de Dios en favor de su pueblo, favoreciendo
especialmente a los pobres y oprimidos.
Te contemplamos como madre ilusionada,
acogiendo en tu seno, desde la fuerza del espíritu, al Verbo encarnado en la
persona de tu hijo Jesús. Como dice
Francisco, tú eres la mujer que sabe transformar una cueva de animales en la
casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura.
Nos llena de esperanza tu presencia
junto a la cruz, pues eso nos garantiza tu compañía en los momentos de
desolación y dolor.
Ayúdanos a tener la misma
disponibilidad que tú para escuchar la Palabra y ponerla en práctica. Así
seremos los discípulos misioneros que llevan a los demás la alegría del
Evangelio.
Antonio Sáenz Blanco